Me metí en un tanque de privación sensorial por el bien de mis libros. Esto es lo que pasó.
¿Qué harías en el nombre de la autenticidad? Cuando los autores se ponen a escribir un libro, su principal objetivo es contar una historia, pero rara vez es su única meta. Un libro que se siente poco auténtico puede resultar fatal en las manos de un lector. A nadie le gustan las experiencias falsas ni las personas que fingen, así que ¿por qué iban a ser diferentes los libros? Por esta razón, los autores tratan de ofrecer experiencias de lectura auténticas, sin importar la extensión de sus historias, el género o el grupo demográfico de su audiencia.
Lo creas o no, los libros de ficción dependen en gran medida de la autenticidad. Si un lector percibe una sensación de falsedad, su suspensión de incredulidad se romperá y su experiencia de lectura no será óptima. Por esta razón, los escritores de ficción pueden dedicar una parte considerable de su tiempo a la investigación.
Lo que siempre me ha impresionado es lo lejos que llegan algunos autores de ficción por el bien de sus historias. No toda la investigación se queda entre libros y horas de silencio en la biblioteca. Llegan a exponerse a situaciones incómodas e incluso peligrosas.
Por ejemplo, Richard Gonzales, autor de Deer Dancer y Raza Rising, imparte un taller sobre la realización de investigaciones de campo y la escritura responsable. En su taller, habló de la vez que pasó meses viviendo entre los nativos Yaquis en Sonora, México. Dijo que para escribir sobre ellos con precisión y ser respetuoso con su cultura, tuvo que exponerse a vivir entre ellos. No importaba la incomodidad de vivir en el verdadero desierto mexicano y el peligro de las guerras de los cárteles de la época.
Me quedé asombrada cuando me enteré de sus experiencias en la investigación y eso me hizo pensar: ¿qué tipo de investigación podría hacer yo para ofrecer una historia más realista? Si tan solo hubiera una forma de describir mi tecnología y sus efectos con mayor precisión. Claro, escribir la saga de Reconstruidos me ha empujado a investigar sobre genética, nanotecnología, el proceso de la memoria y los ensayos médicos. Pero toda esa investigación se quedó entre el Internet, muchos libros y yo. Como autora de ciencia ficción, no estaba segura de poder exponerme a muchas experiencias que me ayudaran a entender mejor mi tecnología.
La respuesta me llegó en forma de tanques de flotación.
Tanques de flotación: Por qué los autores de ciencia ficción podrían utilizarlos en su investigación.
Un tanque de flotación o tanque de privación sensorial es un entorno oscuro, a prueba de luz y de sonido, situado a la misma temperatura que el cuerpo. Como su nombre indica, su objetivo es aislar a la persona del mayor número posible de estímulos sensoriales. Los expertos afirman que la experiencia está pensada para relajar al usuario, aliviar los dolores musculares y articulares y combatir los efectos de la ansiedad.
Estos tanques podrían ser perfectos para los escritores de ciencia ficción por varias razones...
1. ¿Alguien dijo gravedad cero?
Estos tanques, por término medio, contienen 200 galones de agua y 850 libras de sal de Epsom. Los tanques son, en promedio, 8 pies de largo y 4 pies de ancho. Estas especificaciones permiten al usuario flotar libremente y experimentar menos efectos de la gravedad. Esta experiencia podría ser útil para los escritores centrados en Hard SciFi, viajes espaciales e historias de exploración.
2. Oscuridad total, silencio absoluto
Los tanques son completamente oscuros e insonorizados para aislar al usuario de cualquier distracción sensorial. Los usuarios afirman que, durante su estancia en los tanques, son incapaces de distinguir si tienen los ojos abiertos o cerrados. La experiencia es única para todos, pero el tiempo puede ir más rápido o más lento dentro de los tanques por la falta de estímulos del mundo exterior. ¿No sería este el ejemplo perfecto de lo que puede sentir un astronauta al florar en el vacío infinito del espacio?
3. Impulso a la creatividad
Según un artículo publicado en la revista European Journal of Integrative Medicine en 1992, hubo un estudio que potenció con éxito la creatividad mediante el uso de tanques de flotación. Aunque el estudio carecía de varias características de control y contaba con un grupo de sujetos cuestionable, no está de más probar los tanques de flotación para tratar de impulsar la mente hacia un espectro más creativo.
Por qué utilicé los tanques de flotación y cómo fue mi experiencia
No decidí usar estos tanques por ninguna de las razones expuestas anteriormente. La razón por la que me metí en un tanque de flotación fue mucho más sencilla: el viaje de mis personajes en El Castillo Eisen (Reconstruidos 2) dependerá del uso de tanques de privación sensorial y de otra tecnología interesante que les privará de estímulos externos.
Quería saber qué sentirían mis personajes al utilizar ambas formas de tecnología. Quería tener una idea exacta de qué tipo de respuestas emocionales obtendría al estar en un espacio oscuro y silencioso. También tenía un poco de curiosidad por saber cómo reaccionaría mi cerebro con TDAH a la falta de estímulos.
Al contrario de lo que sugieren algunos expertos, la experiencia no fue nada relajante para mí. Había algo realmente vulnerable en estar dentro de ese espacio oscuro sin nada más que tus pensamientos. El tiempo se alargaba y era incapaz de saber cuánto tiempo más tenía que estar en ese espacio. La ansiedad se apoderó de mí ante la falta de sonido. No podía sentir nada y eso me hizo estar extremadamente consciente de mi pulso. Al final de mi sesión de flotación, estaba agotada y muy hambrienta. Salí del tanque de flotación temblorosa y nerviosa.
No sé por qué la experiencia me resultó tan incómoda. Tal vez me predispuse a una mala reacción porque ya estaba nerviosa por probar los tanques de flotación. He leído que es posible que se produzcan alucinaciones debido a la falta de estímulos y ese aspecto no me emocionaba para nada. También he leído que las personas con TEPT son más propensas a sufrir ataques de pánico y no me agradaba la idea de tener un episodio en un lugar público. Tal vez mi malestar era solo el nerviosismo por ser la primera vez que flotaba, quién sabe.
A pesar de las sensaciones negativas, una cosa es segura: volveré a hacerlo. La experiencia acabó siendo valiosa para mi investigación. Sé que tendré que experimentar esta incomodidad varias veces para conseguir plasmar las sensaciones y los sentidos adecuados en la página. En cuanto a la autenticidad, ahora sé lo que estoy dispuesta a hacer para conseguirla: Estoy dispuesta a sentirme incómoda por el bien de mis libros.