Reseña: Mexican Gothic
⭐5/5
"Las paredes me hablan. Me cuentan secretos. No las escuches, aprieta tus manos contra tus oídos".
Una mansión aislada, una familia envuelta en riquezas efímeras y voces calladas, y una valiente socialité arrastrada a exponer sus terribles secretos.
Tras recibir una frenética carta de su prima en la que le ruega ser salvada de una terrible condena, la debutante y socialité más glamurosa de Ciudad de México, Noemí Taboada, se dirige a High Place, una lejana mansión en el campo mexicano. No sabe lo que va a encontrar en High Place, pero tiene la misión de averiguar si los clamos de su prima son fruto de una enfermedad o de los malos tratos de su nuevo marido, un apuesto y misterioso hombre inglés.
Algo no sienta bien con Noemí cuando llega a High Place. La familia inglesa es inhóspita; sus estrictas reglas y sus conversaciones en murmullos la hacen sospechar. Haciendo caso omiso de las advertencias de ocuparse de sus propios asuntos, Noemí indaga para desenterrar los secretos de violencia y locura de la familia. No teme al nuevo marido de su prima, amenazante y seductor a la vez, ni al padre de éste, el patriarca que siente una inquietante fascinación por Noemí.
Pero quizás Noemí debería tener miedo, miedo de la casa de la que pronto le resultará imposible salir.
Silvia Moreno-García es una de mis autoras favoritas. Ofrece experiencias excepcionales en múltiples géneros, así que cuando vi que había escrito un terror gótico, me emocioné muchísimo.
Mexican Gothic tiene el aire y el escenario de Cumbres Borrascosas con una sensación de miedo duradera de un libro de Stephen King. Una vez más, Moreno-García nos dio un reparto de personajes únicos junto con un protagonista que me enamoró desde el principio. Es raro que una narración me absorba de tal manera que no pueda dejar de pensar en ella. Noemí y sus desventuras me siguieron durante mis días y, cuando se ponía el sol, una sensación de inquietud se instalaba en mi pecho. El horror es subliminal e inquietante, pero no presenta violencia excesiva ni tortura. No obstante, High Place y sus secretos me provocaron pesadillas y, sin embargo, no pude dejar de leer.
Me llevé este libro a un viaje a México. Una noche, me quedé dormida en la casa de mi infancia leyendo un capítulo especialmente inquietante. Me desperté a las 3 de la madrugada con los incesantes ladridos de los perros del vecino. Mi mente se dirigió al cuento local de una aparición: un hombre alto, vestido con ropas oscuras, que llama a los peatones en la esquina de mi barrio. Un miedo a lo sobrenatural que no había sentido desde niña me asaltó y solo pude pensar en Noemí y en los horrores que vivía en aquella mansión, secuestrada en una montaña nebulosa.
No puedo precisar por qué este libro me afectó tanto. Quizás fue la cercanía a mi país y lo bien que se representa nuestra cultura en esta lectura. O tal vez sea el hecho de que vi una parte de mí en Noemí, que aprendió la rebeldía de pequeña mientras murmuraba el rosario. No sé lo que es, pero esta historia se ha instalado como mi favorita y no veo que vaya a bajar en importancia pronto.